La Sociedad de Profesionales en Delineado Permanente de los Estados Unidos (SPCP) ha establecido que la micropigmentación es de hecho un tatuaje, incluyendo la técnica de microblading. La duración de la micropigmentación puede variar, en función de la habilidad del artista para realizar una correcta implantación, de la calidad del pigmento y del propio sistema inmunológico de la persona.
El primer paso de un trabajo de micropigmentación consiste en la llamada prueba de la alergia, en donde se evalúa si el paciente será apto para que se le realice un tratamiento de micropigmentación.
Con objeto de adaptar el diseño al máximo posible a los rasgos corporales y fisonómicos del paciente, es fundamental realizar una prueba de visagismo o diseño previo. En esta etapa, el técnico realiza un esbozo sobre el resultado final del trabajo (en plantillas, máscaras, cabezas de maniquí, o en el propio paciente). Esto permite que el paciente tenga unas expectativas reales sobre los efectos de la micropigmentación en su caso particular. Lo ideal en la fase de diseño es que exista el mayor «feedback» posible entre el profesional y el paciente, con un diálogo fluido en el que se intercambien opiniones que permitan personalizar el tratamiento de micropigmentación al máximo.
Una vez acordado el diseño con el paciente, se procede a la realización del tratamiento de micropigmentación. Durante el mismo, el paciente puede notar sensaciones incómodas, especialmente si el trabajo es realizado en zonas sensibles, como por ejemplo, los ojos.
Por último, después de haber transcurrido unas semanas tras el tratamiento, se debe emplazar al paciente a una sesión de revisión o reconocimiento, en donde se pueda evaluar si es necesario realizar un retoque sobre el trabajo inicial (lo cual sucede en cerca del 90% de los tratamientos), y en caso afirmativo, se realizará dicho retoque con el mayor nivel de detalle posible.